Primero las personas, luego la IA 

En la última década un sinfín de tecnologías bautizadas con anglicismos y acrónimos han capitalizado el discurso de las empresas. Hace diez años era el cloud el que venía a cambiarlo todo. Luego fue el turno para el big data. Y luego para IoT, el blockchain, el metaverso, los NFTs… Y ahora llega el momento a la tecnología con el nombre menos grandilocuente, pero la que, parece, más impacto va tener en nuestro día a día: llega la era de la inteligencia artificial (IA).

Estudiantes, periodistas y directivos utilizan sistemas de lenguajes para hacer trabajos de clase, artículos de opinión y redactar importantes correos electrónicos.

Las empresas tampoco dudan en realzar las IAs con las que trabajan dentro de sus campañas de marketing. Y, mientras, los desarrolladores de esta tecnología, gurús como Sam Altman, Demis Hassabis y Dario Amodei, advierten de que la IA pone a la humanidad en “peligro de extinción” al igual que una guerra nuclear o una pandemia. Casi nada.

Independientemente de lo exagerado de esta última afirmación, no deja de ser una prueba del potencial de Ia IA. Una tecnología que, sin embargo, está deshumanizando el mundo de la comunicación cuando debería ser lo contrario. Y es que las personas tienen más importancia que nunca en un mundo en el que las máquinas tienen tanto poder.

¿Por qué?

Una vez tuve el placer de entrevistar al mexicano Gonzalo Alonso, quien fue directivo en gigantes como Google, Microsoft o Mercado Libre, y en la conversación me aportó algunas claves interesantes. Pero antes, contó una historia sobre el Go que sirve de moraleja.

La moraleja de Go

El Go es el juego de tablero más antiguo del planeta. Nació en China hace 2.500 años y su complejidad equivale a cuatro partidas de ajedrez simultáneas.

En el Go, habilidades tan humanas como el ingenio y la creatividad son cruciales. Todo un reto para cualquier informático que busque dotar de inteligencia a una máquina. Un reto que en 2016 Google se atrevió a asumir, diseñando un robot que respondía a algoritmos que simulaban la intuición humana.

El proyecto fue todo un éxito. El entonces campeón del mundo de esta disciplina, Lee Sedol, sucumbió a los algoritmos de AlphaGo, como bautizaron a la máquina de Google. El robot parecía imbatible, pero Lee Sedol quiso una nueva oportunidad.

Un acto de valentía que acabó en victoria y que puso en valor el talento de las personas. En aquel torneo, Lee Sedol hizo un movimiento tan sumamente creativo que fundió a AlphaGo, demostrando que la creatividad humana es más poderosa que cualquier algoritmo. Y aquí es donde viene la moraleja de Gonzalo Alonso.

En la entrevista, el exjefe de Google decía que la transformación digital era una revolución con tres patas: la tecnológica, la filosófica y la psicológica. “La tecnología no va a cambiar”, institió. “Ésta va a seguir ahí, evolucionando, avanzando. Tenemos que jugar con las otras dos: la filosofía y la psicología. Así que es tiempo de pensar. Al final no ganarán los que lleguen más rápido, sino los que aprendan a navegar y lleguen mejor”, concluyó. Y es que en Metrópolis Comunicación, como dijo Alonso, estamos aprendiendo a navegar.

El poder de las personas

En la empresa, la inteligencia artificial es una tendencia que no ha pasado de largo. Al igual que multinacionales y pymes, la compañía se apoya en sistemas de inteligencia artificial y big data para optimizar sus análisis y agilizar procesos. Sin embargo, el enfoque es totalmente antropocéntrico, con las personas en el centro de todo.

El servicio de seguimiento de medios, joya de la corona de Metrópolis, se apoya en la IA, pero brilla gracias a la inteligencia humana. iMetrópolis adquiere claves y matices a los que una inteligencia artificial no podría llegar. Y es que de momento no hay sistemas que capten la ironía en una radio, la intención de una tertulia, o el poder de la entonación de la locución en un medio audiovisual.

Tampoco existe una inteligencia artificial capaz de dotar de cariz político un artículo de opinión, a un reportaje o una nota de prensa. No hay que olvidar que ChatGPT es un sistema de lenguaje casi incorregible pero carente de inteligencia: esa inteligencia que nos hace personas, tozudos, erráticos, pero también creativos y brillantes. Todos en Metrópolis Comunicación aspiramos a ser Lee Sedol.

daniel gomez
Ejecutivo de Operaciones y coordinador del Área de Analítica y SEO

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