Afrontando nuevos retos

Uno de los retos más importantes al que nos enfrentamos los que nos dedicamos a la gestión de la comunicación es, sin lugar a dudas, la necesidad de adaptarnos a los continuos cambios que surgen día a día y que pueden hacer tambalear, en apenas unos segundos, la estrategia corporativa de una entidad.

Una situación que, además, no solo afecta a la irrupción de nuevas herramientas que surgen en un entorno cada vez más digitalizado y en el que prima la inmediatez, sino que va más allá y obliga a que los responsables de este área asuman nuevos roles.

Los últimos estudios sobre tendencias en comunicación coinciden en dejar patente el salto cualitativo que hay que asumir para seguir avanzando en el que, sin lugar a dudas, es el objetivo prioritario de cualquier departamento de este área, que no es otro que garantizar la reputación y aumentar la confianza de los organismos o entidades a los que representa.

Esta nueva configuración obliga a que el trabajo de sus profesionales tenga que ir más allá de dar a conocer los logros financieros y de actividad y se centre en el desarrollo de nuevas competencias y roles para asumir el papel de gestor de reputación. Un perfil centrado en la capacidad de transmitir, de la mejor forma, los aspectos fundamentales que dejan mayor huella en la opinión pública, como son los valores sociales, ambientales, de sostenibilidad y de gobierno corporativo.

Este proceso exige la formación por parte de los responsables de comunicación en otras materias ajenas a su ámbito específico, incorporando conocimientos financieros, de procesos e incluso de recursos humanos. 

A esto se suma la apuesta por la configuración de equipos de trabajo en los que convivan diferentes perfiles profesionales que sumen experiencias y habilidades para estructurar la proyección pública de las entidades de una forma multicanal más efectiva e innovadora.

Y en esa nueva hoja de ruta, el componente emocional es una de las principales armas para avanzar en estrategias de comunicación que prioricen la humanización de los mensajes y las transmisión de historias que lleguen al corazón del público, calen en la sociedad y generen un impacto positivo.

Una herramienta que, además, debe ir de la mano de la autenticidad, uno de los valores claves a la hora de potenciar la confianza y que conlleva no solo mostrar los éxitos, sino saber abordar con transparencia las situaciones difíciles con el fin de mantener la credibilidad.

Pero, además del papel fundamental que cumple el equipo humano, el éxito en comunicación pasa también por la adaptación a las nuevas tecnologías que, además, ofrecen un amplio abanico de posibilidades en un mundo eminentemente digital.

Una de las bazas con las que nos encontramos viene de la mano de la inteligencia artificial, que ha llegado para revolucionar el actual panorama y cuyos beneficios deben ser aprovechados para mejorar la proyección pública de las entidades, haciendo un uso adecuado para que no se convierta en arma de doble filo.

Además, se consolida un nuevo marco de relaciones con los medios, en el que es necesario apostar por contenidos híbridos que incorporen a los formatos tradicionales otros en los que prime la creatividad a través de nuevas acciones.

Y dentro de esta nueva situación a la que nos enfrentamos tampoco podemos obviar otro de los puntos claves: los asuntos públicos. El refuerzo del posicionamiento de las organizaciones a través del establecimiento de relaciones con las Administraciones públicas y con la comunidad es uno de los aspectos que se deben potenciar. De esta forma, se avanzará en el conocimiento del entorno, al mismo tiempo que las empresas y entidades encontrarán una vía de ampliación de su mensaje y, por tanto, de mejorar su reputación.

Nieves Puyol
Ejecutiva de Operaciones

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