¿Sabemos redactar un buen discurso? 

Estamos a escasas fechas de la celebración de una nueva cita electoral y hasta que llegue seremos testigos, ya sea como orador o como oyente, de numerosos discursos. Quizás, incluso, tú seas el encargado de redactar alguno de ellos pero ¿sabemos cuáles son las claves para redactar y ofrecer un buen discurso?.

Quizás en España el trabajo de redactor de discursos sea totalmente desconocido. Tal vez sea porque en nuestro país le damos menos importancia a la oratoria o el debate en nuestro sistema educativo como sí sucede en el mundo anglosajón, pero es cierto que los discursos son potentes herramientas de comunicación que, si están bien hechos y consiguen transmitir, puedan causar un mayor efecto en las personas que los escuchan.

Que una persona tenga una gran capacidad de improvisación y adaptabilidad a las situaciones puede transmitir una imagen de frescura o cercanía, pero eso conlleva muchos riesgos. Los mensajes lanzados en cualquier momento y de cualquier manera pueden perjudicar la imagen del orador y de la organización a la que representa si no son bien gestionados.

Por eso, desde Metrópolis Comunicación queremos ofrecerte algunas claves a tener en cuenta para ser un buen escritor de discursos.

Como nadie nace aprendido, lo primero que es recomendable es leer y escuchar muchos discursos.

Otro dato muy importante a tener en cuenta, aunque parezca un contrasentido, es que los discursos están hechos para ser escuchados y no leídos. Por eso hay que evitar expresiones rebuscadas, complejas y rimbombantes que hagan que el orador resulte pesado y haga perder el interés de los oyentes.

El discurso es una historia que se cuenta, por lo que debe seguir una estructura argumental, con una introducción, nudo y desenlace. Especialmente debe tener un buen inicio y un final muy potente, ya que está demostrado que la audiencia se quedará con la parte inicial y con la conclusión. Es importante conocer la audiencia a la que va dirigida, por lo que se debe adaptar el lenguaje y expresiones a utilizar a las personas que nos van a escuchar.

Hay que saber qué se quiere decir para que cuando se acabe, los asistentes tengan claro de qué les han hablado y qué les han dicho. La gente está cansada de los discursos vacíos. Lo mejor es centrarse en una idea concreta para mantener la atención de la audiencia, repitiendo varias veces el mensaje para que el receptor recuerde la idea principal del discurso.

Condensa el mensaje y se breve. En discursos demasiados largos los oyentes pierden la concentración y el mensaje perderá efectividad. Además, los gestos, sin que sean de manera exagerada, pueden ayudar a acentuar aquello que se está diciendo.

Por último, es necesario ensayar tu discurso y repetirlo muchas veces hasta hacerlo suyo. Incluso aquellos oradores que parecen muy naturales y que improvisan lo que dicen, han ensayado mucho el texto previamente.

Como despedida, ofrecemos uno de los mejores ejemplos de discurso, el que ofreció Steve Jobs en la Universidad de Stanford en 2005, todo un referente de motivación y aplicación de técnicas discursivas.

Jonathan Brito
Director del Área de Seguimiento de Medios

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