La importancia del tempo en la comunicación

Vivimos en la era de la inmediatez. Desde hace años y cada vez más, la sociedad nos marca un ritmo acelerado y estamos acostumbrados a obtener aquello que buscamos de forma rápida, consumirlo sobre la marcha y pasar a otra cosa. Poco a poco ese ritmo se ha ido imponiendo en todos los ámbitos. El consumo parece el más claro, pero en las relaciones interpersonales también ha conseguido una gran implantación con la llegada de las redes sociales y herramientas de comunicación como el Whatsapp.

El ámbito laboral y el empresarial no han quedado al margen de esta revolución y nos encontramos con trabajos de “consumo rápido” o con empresas que buscan resultados instantáneos sin pararse a pensar en el largo plazo, algo fundamental para la supervivencia. 

Los profesionales de la comunicación también recibimos cada vez más ese tipo de demandas por parte de algunos clientes que quieren resultados instantáneos, pero la comunicación, además de no ser una ciencia exacta, tiene un tempo y requiere de un análisis constante que no siempre hace aconsejable la búsqueda de la inmediatez. 

Ojo, eso no quiere decir que los periodistas trabajemos despacio, sino que cada objetivo y cada ocasión requerirán su propio tempo. A veces habrá que reaccionar sobre la marcha o adelantarse a una jugada y otras es recomendable dejar enfriar un tema o madurar una situación para abordarla en el momento óptimo.

Mi abuela siempre decía que las prisas no son buenas consejeras y, si bien en ciertas ocasiones no podemos deshacernos de ellas, es imprescindible contar siempre con el respaldo de un buen trabajo previo de análisis y estrategia que nos marque el camino a seguir para conseguir exactamente lo que queremos.

A partir de esa piedra angular se podrá ir marcando el ritmo adecuado en cada momento.

¿Se imaginan una sinfonía interpretada a toda velocidad y sin variar de ritmo? Difícil de soportar, ¿verdad? Pues lo mismo pasa con el discurso de una empresa y su estrategia de comunicación, debe variar para ser capaz de captar la atención del público objetivo en cada momento en el mensaje que se quiere transmitir.

Un buen dircom es como un buen compositor. Tiene en mente lo que hay que contar y los diferentes instrumentos para hacerlo y debe ir plasmando quién interpreta qué en qué momento y con qué ritmo para lograrlo.

Así que si quiere que la comunicación de su empresa sea la mejor, no busque la inmediatez. Hable con el responsable de su comunicación, defina con él sus objetivos y estrategia, confíe en el tempo que le marque y disfrute del placer de “componer” e interpretar su propio mensaje.

Marga Ferrandiz
Directora del Área de Comunicación Corporativa

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